martes, 30 de agosto de 2011

La sombra

- Me gustaría que me contaras lo sucedido -, aseguré con vehemencia.

La muchacha desvió la mirada de mis ojos y la dirigió a la ventana. Se mantuvo unos minutos en silencio. Buena señal, el silencio es el hábitat dónde se cultiva la palabra. Pasados unos minutos comenzó con voz decidida:
- Es una caja guarda secretos.
Me quedé mirando fijamente esas dos manos entrelazadas y apretadas como si guardaran un gran tesoro que no quisieran dejar escapar.

- Y dime, ¿cómo funciona?
- Es sencillo. Todo aquello que me ocurre, y que no quiero contar a nadie, lo meto aquí dentro y así estoy a salvo de que pueda enterarse alguien.
Seguía observándola atentamente mientras analizaba lo que me acababa de decir. Su compostura, sus gestos, su mirada. Lo que me estaba contando era real, o al menos, ella pensaba que lo era.
- ¿Qué tienes guardado en estos momentos? ¿Algún secreto interesante?
- Sí.
- ¿Me lo contarías a mí?

La joven pareció hundirse en fantásticos pensamientos. Su presencia me inquietaba. Aparentaba ser frágil como esa llama que hay que proteger del viento. Algo en su mirada parecía estar destrozado de forma irremediable.
Se acomodó y acabó diciendo:
- Salí a caminar temprano, como todos los días. Me dirigí a las afueras del pueblo. Me gusta dar largos paseos bajo la penumbra que provocan las primeras luces del alba. No llevaba ni diez minutos andando cuando me percaté de que había algo que se movía a unos metros de mí. Me quedé parada, fijando la vista en aquella silueta. Se movió con rapidez pasando a poca distancia del lugar dónde permanecía inmóvil, aguantando la respiración. Lo vi con mucha claridad. No era muy alto, llevaba una vieja gabardina y un sombrero. Todo era del mismo color.
- ¿Qué quieres decir?-, interrumpí.
- Pues lo que he dicho, que todo era del mismo color, su cara, su sombrero, la gabardina. Todo era negro, igual que el reflejo que proyecta nuestra imagen sobre una superficie cuando nos apuntan con un foco de luz. Una sombra.
- ¿Cómo en el cuento de Peter Pan?-, le pregunté mientras esbozaba una leve sonrisa.
- No me gusta que se rían de mí. Si no me tomas en serio me marcho-, me contestó con un tono de voz bastante malhumorado.
- Lo siento, no era mi intención. Por favor, continua, no volverá a ocurrir.
- La sombra pasó de largo y se encaminó hacia una colina cercana. Luego se sentó sobre una gran piedra y, cuando los primeros rayos de sol despuntaron, desapareció. Me acerqué al lugar dónde había estado sentada y entonces…
-¿Entonces?
- Entonces nada.

Una lágrima recorrió su mejilla derecha mientras con un pañuelo se secaba la nariz. Se había acurrucado en posición fetal sobre el sillón y sus manos seguían juntas y apretadas. Sin duda, en el espléndido edificio de su memoria se había derrumbado algún pilar haciendo que toda la estructura se viniera abajo. Sentía curiosidad por saber el final de la historia pero era consciente de que si seguía insistiendo le provocaría mucho sufrimiento.
- Te agradezco que me lo hayas contado, Laura. Por hoy es suficiente. Si te parece continuamos mañana. Puedes volver a tu habitación.
- Gracias doctor, hasta mañana…


8 comentarios:

  1. Un final sorprendente e inesperado. Sin duda es tu sello de identidad literaria. Sabes mantener al lector en la incertidumbre del "qué pasará" para terminar con un final sorpresivo. Me ha gustado.

    ResponderEliminar
  2. Totalmente de acuerdo con Susana, no esperaba el final que has colocado
    Este recurso del protagonista con problemas psicológicos ya lo has usado en algún otro relato, ¿me equivoco?
    Es una historia muy buena y muy curiosa

    ResponderEliminar
  3. Me ha gustado mucho, deberías desarrollarlo más y darle el formato de novela, es muy buen argumento para un buen libro. Este tipo de historias enganchan mucho a la gente, piénsalo.

    ResponderEliminar
  4. como siempre... me ha encantado!!!... y también como siempre... se me ha hecho corto!!! :)))

    ResponderEliminar
  5. Enhorabuena. Me gusta especialmente cómo reflejas el derrumbe de la chica, en concreto de su memoria. Gráfico y original.

    ResponderEliminar
  6. seguramente no te acordaras de mi ya que solo nos vimos una vez y fue cuando recogiste el premio en Cilleros. alli te di la enorabuena por aquel premio y ahora vuelvo a dartela por lo bien que escribes

    ResponderEliminar
  7. Conchi Alvarez Valle31 de agosto de 2011, 11:10

    "Sin duda, en el espléndido edificio de su memoria se había derrumbado algún pilar haciendo que toda la estructura se viniera abajo"
    Redondito, redondito!!!!

    ResponderEliminar
  8. Después de entrar 3 veces a leerlo, no es que me pase lo mismo que a la protagonista, no se me olvida lo que leo, pero a veces al releer algo encuentras disonancias que en una primera lectura pasan por alto, pero no han aparecido. Como dice Conchi, es un relato redondo.

    ResponderEliminar